martes, 13 de marzo de 2012

Budapest, la sorpresa centroeuropea

Cuaderno de viaje. Marzo 2012.

La capital de Hungría sorprende ya desde la ventanilla del avión con su extensión, a priori desmesurada para las 1,5 millones de personas que la habitan según la estadística oficial. Una vez circulando por sus calles lo siguiente que te llama la atención son sus autobuses de transporte urbano, más que viejos, arcaicos, con manchas de gasolina y parcheados por los cuatro costados.

Partida en dos por el río Danubio, Budapest, cuyo topónimo es la agregación de los nombres de los dos barrios situados a ambas márgenes del río, Buda (la colina) y Pest (la llanura aluvial), es una ciudad de fuertes contrastes. Puedes pasar de encontrarte en una calle fría y desangelada y al doblar la esquina descubrir otra perfectamente ordenada, con su tranvía o trolebús, sus edificios renacentistas y la limpieza y el brillo de cualquier avenida de una capital de Europa Occidental. Es esa mezcla entre lo decadente y lo elegante lo que hace de esta una ciudad que te atrapa desde el primer minuto.

Budapest hay que entenderla como dos unidades bien divididas por el Danubio, como hemos comentado antes. Comenzando el recorrido por Buda encontramos las raíces de una ciudad histórica, con los restos del castillo y el Palacio Real de los Hasburgo dominando desde lo alto de la colina. La ascensión a la colina se puede hacer a pie más o menos en un cuarto de hora, pero también existe un funicular que lleva directamente a la plaza central del Palacio Real en un par de minutos. Esta plaza es el nudo turístico principal de la ciudad, prueba de ello son la multitud de puestos de venta de souvenirs, y cuenta también con el atractivo de ver los cambios de Guardia por parte de los militares húngaros.



Vistas del Danubio y de Pest desde el Palacio Real

También en Buda nos encontramos con el Bastión de los Pescadores y la Iglesia de San Matias dos singulares construcciones con un estilo arquitectónica radicalmente diferente al del resto de los edificios de la ciudad. En las calles adyacentes a estos monumentos se encuentra la zona más "histórica" de Buda, con sus empedrados y sus patios interiores y los restos de lo que fue la muralla de la ciudad; eso sí, no es el mejor lugar para entrar en un restaurante, algo que podemos solucionar fácilmente dirigiéndonos a una de las calles más cosmopolitas y con mejor oferta hostelera de la ciudad y que no he visto aparecer en ninguna guía: Atilla Utca. Aquí se puede encontrar menú del día y una pinta de cerveza Dreher al precio de 1200 Forints por persona (unos 4 Euros al cambio). A esta orilla del Danubio la colina del Palacio Real es sin duda lo más destacado pero cabe reseñar también el monte Gellert (cuyo nombre proviene del recuerdo al Obispo Gellert que en el siglo XII fue asesinado siendo arrojado colina abajo dentro de un barril). El monte Gellert tiene un acceso más complicado, apenas hay transporte público hasta arriba, por lo que no queda más que caminar durante aproximadamente 20 minutos desde la última parada del tranvía 47. Una vez en la cima nos encontramos con el monumento en homenaje a los soviéticos por la liberación de los nazis en 1945 y con el kioskero que mejor visión de negocio ha tenido en toda Hungría.


Cruzando el Danubio por cualquiera de los nueve puentes (siendo los más destacados el de las cadenas y el de Margarita), llegamos a Pest, la llanura aluvial y la zona más dinámica y en expansión de Budapest. En cuanto a patrimonio histórico conviene mencionar la Basílica de San Esteban, iglesia más importante de la ciudad y donde te pueden mandar hasta en dos ocasiones quitarte el gorro de la cabeza (aunque la segunda vez ya no lo lleves). También en Pest están los baños Szechenyi un lugar muy recomendable para relajarse y pasar unas horas muy agusto, los 12 Euros de la entrada merecen la pena. Bien es cierto que en algunos días, especialmente fin de semana, pueden estar un poco masificados y que las divisiones entre los vestuarios masculinos y femeninos no están claramente indicadas, lo que puede llevar a alguna pequeña confusión. Pero en Pest si algo destaca por encima de lo demás es el enorme edificio del Parlamento húngaro de finales del Siglo XIX y que asoma imponente sobre el Danubio.


Parlamento de Budapest

Por lo demás, Pest es el área con más vida de la ciudad, con mejores restaurantes, cafeterías y bares de fiesta. Algunos de ellos escondidos tras fachadas semiderruidas que al entrar descubren espacios amplios rehabilitados, casi siempre con patios interiores. Lo más complicado para el españolito de a pie es recordar el nombre de estos bares (casi siempre en húngaro), por lo que sirve de bastante ayuda pedir que te lo deletreen, con un simple "Can you spell it?" recordarás durante largo tiempo el Dobosz, el Zsimpla o el Instantz, por poner algún ejemplo.

En definitiva, Budapest es una ciudad altamente recomendable para escapadas de 3 ó 4 días tanto por su variada y barata oferta turística como por la amabilidad de los húngaros y húngaras, que en un primer momento pueden parecer fríos y distantes, pero que con un poco de confianza se prestan incluso a cocinar para 20 personas.